Nos vamos a elecciones, otra vez
Tras la última oferta de UP al PSOE, quién la ha rechazado en menos de dos minutos, veremos que relato se impone de aquí a noviembre, fecha en la que presumiblemente se celebrarán las nuevas elecciones generales.
La posición del PSOE ha sido avalada y defendida en las diversas tertulias por los medios y periodistas afines, pero hemos de destacar todas las frases que el actual presidente en funciones dijo en campaña:
"No hay ningún problema en que UP forme parte del gobierno", "derogaremos la reforma laboral", "publicaremos los amnistiados de fraude fiscal" son algunas de las perlas que soltó en campaña para ganar votos a la formación morada.
Pero, ¿qué ha pasado una vez hemos sabido los resultados? Pues que ha ido girando su discurso influenciado por la CEOE y el Ibex 35, que desde un primer momento plasmaron su preferencia por un alianza con la formación de Albert Rivera, la cuál, según ellos, daría estabilidad a los mercados.
Desde ese momento hemos escuchado diversas propuestas (por llamarlo algo) y diversos escollos:
"El único escollo es que Pablo Iglesias esté en el gobierno" (algo inaudito, vetar al líder de la formación con quién se supone que quieres llegar a un acuerdo y quién dejó KO al presidente en funciones apartándose) o "UP no puede estar en el Consejo de Ministros porque no ha ganado las elecciones".
La única y breve propuesta un poco seria de PSOE fue la del pasado mes de julio, con alguna trampa que otra ya que muchas competencias están transferidas a las CCAA, y la oferta duró apenas 48 horas, una propuesta que en cuanto se intentó negociar ya la descartaron, cosa que no se entiende. En una negociación se pretende que sobre una propuesta tu puedas rascar algo como formación, no solo acatar las ofertas que te pasa el partido que quiere formar gobierno y es que el PSOE ha pretendido que UP se supedite a sus sugerencias pero nunca ha apostado claro por el diálogo en el que ambas partes han de ceder.
Es más, cuando el propio presidente ne funciones no ha hablado con el líder de la UP, ni siquiera por teléfono en todo el verano, ya denota una clara posición: que no quiere sus apoyos.
Este hecho quedó más claro que nunca en la sesión de control del pasado día 11 de septiembre, cuando Pedro Sánchez dedicaba casi todo el tiempo de sus intervenciones a apelar a la abstención de la derecha (posición que a él le llevo a dejar su escaño y su secretaría general del partido y la cuál no hará jamás la derecha española) y a intentar reuniones con Albert Rivera, quién como única condición le pide la aplicación inmediata del 155 en Cataluña (por prevención, según dice el propio Albert) y quién es preso de su No es NO a Sánchez gracias al cuál incremento sus escaños en Abril. Si cediera Albert ahora, podría ser un batacazo importante, por lo que él también prefiere nuevos comicios.
Por desgracia, nos vamos a elecciones, otra vez, lo que no queda muy claro es si el relato del PSOE podrá soportar tantos meses echando la culpa a los demás y sobre todo culpando al que etiquetó de socio prioritario en la anterior campaña electoral.
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