El miedo y Yo





La sensación de ser uno más pero no tener voz ni voto en tus propias decisiones fruto de una sumisión que viene desde la infancia

Foto del blog de Daniel Colombo


Hoy necesito sincerarme y escribir sobre las cosas que va viviendo uno a lo largo de su corta vida. A veces, echo la mirada atrás y no puedo contener las lagrimas por lo que pudo ser y no ha sido, y por lo que fue y se ha convertido.

Hace unos días descubrí que el camino elegido no fue tal. Hace unos días descubrí que cambiar de rumbo en el ecuador de mi vida puede ser fundamental para afrontar lo que viene. Por eso escribo esto, por si a ti te ha pasado o te pasará y que lo tengas presente en esos momentos en los que parece que estamos en un callejón sin salida. Nada más alejado de la realidad. Cuando agotamos un camino, la vida nos enseña otros para seguir caminando, para seguir luchando.

Me considero una persona que ha pasado por la vida, ya que no me he sentido vivo hasta este momento

La sensación de ser uno más pero no tener voz ni voto en tus propias decisiones fruto de una sumisión que viene desde la infancia provocada por los malos docentes de la escuela concertada religiosa. Si, yo fui a un colegio religioso pese a que mis padres eran ateos, no me lo termino de explicar. No se me olvidará mi profesora de 1º y 2º de primaria, sus insultos ni sus golpes (físicos y psicológicos). 

Pero no me quiero centrar en ella, pues es más importante para mí superar este momento de incertidumbre. ¿Conocéis la sensación de no tener decisión y hacer las cosas por los demás? me refiero a todas las cosas, qué estudiar, qué ser, qué ver, qué opinar, qué hacer en cada puto instante de la vida. Mi Yo era ser sumiso y contemplar la vida mientras todos los de mi alrededor consiguen sus metas. 

He sido un inconsciente, un niño en el cuerpo de un adulto, un ser sin ganas ni ilusión, dejándome llevar por la vida y los demás

Hasta hoy, que he decidido quitarme el miedo y enfrentarme a mis demonios para convertirlos en la Luz que necesito para encontrar mi camino y alcanzar el horizonte de la vida siendo lo más feliz posible. El miedo... que gran poder le conferimos a este sentimiento, aunque hoy tengo más presente que nunca unas sabias palabras que leí en un libro: el poder reside donde los hombres deciden que reside. Yo me aferré a ese miedo y no me dejaba reaccionar, me hacía mentir, contentar a los demás sin pararme a pensar qué es lo que yo de verdad pensaba, quería, deseaba.

Ese miedo me ha hecho perder la confianza de todos mis seres queridos, pero ahora la tengo que recuperar, cueste lo que me cueste, por que ahora, no tengo miedo de ser quien soy ni de actuar en consecuencia.

Doy las GRACIAS a mi pareja, que me ha hecho ver la vida desde el prisma de la felicidad (yo no era feliz y me costará serlo, porque esta decisión conlleva un palo gordo para mi entorno) y de la responsabilidad, de tomar las riendas de uno mismo y decidir en cualquier momento del día, pues las decisiones son las que nos forman como persona y las que nos proyectan hacia los demás para que nos vean cómo realmente somos. A ella, le agradezco este artículo, que me ha soportado durante tanto tiempo y que ahora está descubriendo cosas que solo mi más profundo de mi ser sabía.

A ella, GRACIAS, por qué, pese a todo, no me ha dejado en la estocada, que hubiera sido lo fácil. Por ella, por mí, lucharé hasta convertirme en quién verdaderamente soy.

Después de años dando tumbos, La Veleta Rusa marca más firmé que nunca la dirección del viento a seguir.

Y recordad, nunca es tarde para cambiar tu vida ni la de los que te quieren de verdad, pues ellos estarán más orgullosos que nunca de tu decisión siempre que sea honesta y veraz. 








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